domingo, 10 de marzo de 2013


El municipio Ayacucho es indiscutiblemente uno de los poblados del Táchira con más historia, con más  tradición y con más rutas turísticas por conocer y visitar.
Uno de esos legados que nos ha dejado la memoria de nuestros antepasados son las “estaciones rupestres”, que tal vez para unos no tenga mucho significado, pero para otros materializa el testimonio de la estadía de pueblos aborígenes, de sus costumbres, de sus vivencias y creencias, que vienen a formar parte de nuestro pasado y nuestra identidad.
Estas huellas sobre la superficie de las rocas se denominan petroglifos y marcan  precedente en esta zona del estado, pues apuntan a la presencia de grupos que combatían para gobernar la región.
La piedra del Mapa
Se trata de una roca con  longitud de 3,78 metros, con una la latitud máxima de 1,80 mtrs., y una altura máxima de 1,80 mtrs., y mínima de 1,50 mts.
Sus grabados forman una posible cosmogonía donde destacan cuatro figuras adornadas con atributos de poder y autoridad. Una de ellas con un penacho de plumas, otra con la representación de un collar y una especie de bastón de mando. Una mujer en estado de gravidez y otra cuyo tronco la forma una línea, ataviada con algún tipo de maquillaje. Alrededor de todas estas huellas de plantígrados (osos) y felinos (tigres), serpientes enchincadas o preparadas para atacar y huellas humanas. Todas estas figuras muy bien hechas y de esmerada fabricación.
Una de las  leyendas que encierra esta gran roca cuenta que hace muchos años los aborígenes Timoto-Cuicas removieron la piedra de su lugar y esto desencadenó terribles sucesos cósmicos que generaron fuertes temblores y estruendosas tormentas que no cesaron hasta que pusieron la piedra nuevamente en su sitio.
También se dice que cualquiera que suba a la piedra jamás podrá marcharse de la ciudad.




Uno de los petroglifos recientemente encontrado se halla en la aldea Los Vegones, por lo que La tradición oral de los habitantes más “viejos” del sector, hacen referencia a la presencia indígena a lo largo de toda la zona de la Aldea, pero ubican especialmente al sector Plan de Vegones como el punto de referencia geográfico de muchas de esas historias narradas por sus padres y abuelos.



Este petroglifo se cree que fue un lugar de abrigo. También se encontraron restos cerámicos superficiales.
“En Conclusión Los pueblos autóctonos que poblaron el territorio en el que hoy se conoce como Municipio Ayacucho antes de la llegada de los europeos, dejaron toda una serie de productos materiales esparcidos por muchos lugares. Son particularmente numerosos los petroglifos, piedras talladas, testigos silenciosos y narraciones mudas de la vida y presencia de esta “naciones”.
Todo esto es testimonio de una compleja forma de vida y de la riqueza de significativos conceptos que orientaban su existencia y que dieron como resultado creaciones tangibles e intangibles: instrumento, cerámicas, objetos líticos, estructuras, técnicas y más, que dan muestras de importantes desarrollos creativos. Mucho de esto se encuentra aún en el inconciente colectivo de las comunidades campesinas andinas que transcurren sus vidas en una región con mucha historia no escrita, y por ende de innegable potencial arqueológico”.



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